No existe una terapia resolutiva para el síndrome de Rett.
Sin embargo, gran parte de los autores creen que el curso de la enfermedad
puede ser modificado por una variedad de terapias dirigidas a retardar la
progresión de las discapacidades motrices y a mejorar las capacidades de
comunicación. Por ello, el suministro de fármacos se dirige principalmente a
contrarrestar el trastorno motor. Se han empleado L dopa y dopamino-agonistas.
Entre éstos, la bromocriptina y la lisurida han dado algunos resultados positivos.
Se han detectado mejorías en los síntomas respiratorios y
conductuales y en las crisis epilépticas con el suministro de naltrexona, que
detiene la producción de beta-endorfinas inhibiendo los receptores opiáceos.
Para contrarestar las crisis epilépticas también se emplean con éxito los
antiepilépticos como la carbamazepina, el ácido valproico, y más recientes
lamotrigina y gabapentina.
Los fármacos se complementan con terapias dirigidas a
conseguir mejorías tanto en el plano educativo y cognitivo como en el
conductual, y en una mejor gestión de las emociones. También son beneficiosas
las sesiones de fisioterapia que mejoran y mantienen el desarrollo motor
adecuado del niño, así como el mantenimiento funcional y psicomotriz de los
movimientos y posturas, las sesiones de terapia ocupacional se emplean para
disminuir el retraso cognitivo.
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